Económico, fácil de instalar y con un acabado que imita con gran realismo a la madera maciza o multicapa. Estos son los principales motivos que están convirtiendo a los suelos laminados en una alternativa cada vez más usada en inmuebles residenciales y oficinas. A continuación, te explicamos las características de este material, sus tipos y cómo instalarlos.
¿Qué son los suelos laminados y cuáles son sus características?
Los suelos laminados son un tipo de revestimiento para suelos de interior compuesto de varias capas, destacando por encima de todas la que está compuesta de fibras de madera. Precisamente su composición por capas configura la característica principal de este material, lo que le permite una gran variedad de diseños y texturas, así como otra serie de ventajas.
Composición: las 4 capas del suelo laminado
Con ligeras diferencias en función del fabricante o la gama (premium o básica), los suelos laminados están compuestos de las siguientes 4 capas:
- Capa sintética transparente, que es la que añade resistencia y protección a la superficie y la lama.
- Capa de papel decorativo, en la que se imprime el diseño de impresión.
- Tablero de fibras de madera. Es la capa más importante y diferencial, puesto que configura el tipo de suelo y determina su calidad. Se caracteriza, normalmente, por su alta densidad.
- Una cuarta capa compuesta de papel Kraft. Sirve de barrera para el paso de la humedad desde el subsuelo, ayudando también a su estabilización.
Ventajas de los suelos laminados
Las principales ventajas de los distintos tipos de suelos laminados son: su facilidad de instalación, el montaje es sencillo y no son necesarias obras, su excelente relación calidad precio, resultando mucho más barato que los suelos de madera maciza, y su óptimo acabado estético.
Además, estos suelos presentan otra serie de beneficios, tales como:
- Gran variedad en diseños y texturas.
- Imitación muy realista de la madera.
- Muy fáciles de mantener y limpiar.
- Aspecto brillante.
- Forma estable.
- Ajuste preciso.
- Muy resistente a la abrasión, al rayado, a la presión, a los golpes y a la luz ultravioleta.
- Es difícilmente inflamable.
- Compatible con la calefacción por suelo radiante.
- Protege contra la humedad.
Tipos de suelos laminados
Existe una amplia variedad de suelos laminados, pudiéndose establecer diferentes tipos de clasificaciones, en función de sus características técnicas o acabados estéticos:
Clasificación según el uso y resistencia
La clasificación más utilizada consiste en dividir los diferentes tipos de suelos laminados en función de si su uso va a ser doméstico/residencial o comercial. Cada uno de estos grupos se subdividen en tres grados de uso: moderado, general e intenso, y se les asigna una numeración distinta a cada uno de ellos, siguiendo la norma europea EN 13329:
- Uso doméstico exclusivo:
- Clase 21 – Para uso doméstico moderado.
- Clase 22 – Para uso doméstico general.
- Clase 23 – Para uso doméstico intenso.
- Uso doméstico / comercial:
- Clase 31 – Para uso doméstico intensivo – comercial moderado.
- Clase 32 – Para uso doméstico intensivo – comercial normal.
- Clase 33 – Para uso doméstico intensivo – comercial intensivo.
- Clase 34 – Para uso doméstico intensivo – industrial moderado.
Esta clasificación se complementa con la mediación de parámetro muy valorado por muchos usuarios: la resistencia superficial o a la abrasión del suelo. Para ello se realiza un test de abrasión (denominada prueba de Taber) que consiste en someter al al suelo a una serie de frotados con un rodillo provisto de una lija mediante una máquina especial. Dependiendo de las vueltas que aguante se determina su clasificación, que está establecida también en la norma EN 13329:
- AC-3 (más de 2.500 vueltas).
- AC-4 (más de 4.000 vueltas).
- AC-5 (más de 6.500 vueltas).
En definitiva, los números inferiores corresponden a una menor resistencia al desgaste y, a medida que va subiendo la numeración, la resistencia es mayor. Por lo tanto, el AC-1 sería el suelo con mayor desgaste y el AC-5 el que menos deterioro experimenta por el uso cotidiano, posibles quemaduras de cigarrillo u otros objetos inflamables, etc.
Clasificación según el diseño
Las posibilidades de texturas y diseños de los suelos laminados son inmensas, lo que permite agruparlos en diferentes tipologías:
- Imitación de maderas, parquets y/o tarimas. Es el tipo más habitual y que más demanda tiene.
- Imitaciones de diferentes baldosas: gres, baldosas hidráulicas, mármol, etc.
- Creatividades. Algunos fabricantes ofrecen diseños originales.
Clasificación según los colores y acabados
Existe un última clasificación que, en función de los colores y acabados, divide los suelos laminados en:
- Lisos. Sin ningún tipo de relieve.
- Efecto estructurado: Relieve imitación a poroso que no coincide con la veta de la lámina imitación a madera.
- Efecto sincronizado: Relieve imitación a poroso que coincide con la veta de la lámina imitación a madera.
- Efecto sierra: Aspecto áspero, imitando a un corte de sierra.
Los 10 pasos para colocar correctamente el suelo laminado
La colocación del suelo laminado no es, en principio, una operación de bricolaje excesivamente compleja. Aunque para obtener uno resultados óptimos y un buen acabado, debemos ser cuidadosos y seguir, escrupulosamente, los siguientes pasos:
- Paso 1: Aclimatar el suelo laminado al entorno. Antes de empezar, es muy recomendable tener el suelo laminado en el lugar donde se va a instalar durante al menos 48 horas, para que se adapte al ambiente.
- Paso 2: Retirar los rodapiés o zócalos.
- Paso 3: Retirar las jambas o tapajuntas de puertas.
- Paso 4: Reparar o nivelar el suelo.
- Paso 5: Instalar el aislante sin superponer capas. Este recubrimiento sirve para aislar la humedad del subsuelo y amortiguar el sonido. Y también ayuda a conseguir una buena uniformidad del suelo.
- Paso 6: Elegir la orientación y el diseño para conseguir el acabado estético que se desea.
- Paso 7: Crear una junta de limitación. El suelo laminado se expande y contrae con los cambios de temperatura y humedad, por lo que siempre hay que dejar unos milímetros de separación entre las lamas y la pared.
- Paso 8: Colocar la primera fila de lamas. Por lo general, las lamas se pueden unir a mano, aunque en ocasiones es necesario utilizar alguna herramienta específica para la colocación de suelo laminado en forma de S.
- Paso 9: Colocar las siguientes filas. Debemos asegurarnos de dejar al menos 15 cm entre el comienzo de una lama de la fila anterior y la que estamos colocando.
- Paso 10: Colocar la última fila. Este paso suele ser el más complicado, ya que la cercanía con la pared impide maniobrar con comodidad.
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