Las estufas de leña son respetuosas con el medio ambiente, ya que aprovechan residuos y material orgánico para convertirlos en energía y no expulsan CO2 ni otros gases de efecto invernadero, por lo que no son contaminantes.
Aunque en función de las características de cada hogar (aislamiento térmico, altura de los techos, orientación de la vivienda o tipo de distribución) las estufas de leña pueden ser más o menos eficaces y brindar mejores o peores prestaciones, pero en general, proporcionan un calor muy agradable y acogedor.
Para sacarle el máximo partido a las estufas de leña, debemos conocer su funcionamiento y tipos existentes, para poder elegir la más conveniente para las condiciones particulares de nuestra vivienda.
Cómo funciona una estufa de leña
Las estufas de leña están formadas por varias chapas de acero, unidas por soldadura. Además, están compuestas también de hierro fundido, que es el material que se encarga de proporcionar la resistencia adecuada al calor. La mayoría de estufas de leñas, cuentan con una puerta frontal, capaz de resistir temperaturas de hasta 800ºC.
El funcionamiento de una estufa de leña es muy sencillo: básicamente consiste en incinerar la madera y, posteriormente, expulsar el humo. Durante este proceso, la madera sufre un proceso de combustión, alcanzando temperaturas gasas que provocan la liberalización de gases combustibles.
Los gases combustibles son los que proporcionan calor tras pasar por dos etapas: primero se calientan tras entrar en contacto con las paredes de la estufa a través de un intersticio y, posteriormente, son canalizados al resto del hogar a través de unas rejillas.
Este es, a grandes rasgos y de forma genérica el funcionamiento de las estufas de leñas, aunque existen varios tipos, cada una de ella con unas prestaciones distintas y matices en la forma de funcionar.
Principales tipos de estufas de leña
Las estufas de leñas pueden clasificarse en diversos tipos:
- Estufas que emiten calor por convección. Calientan el aire que circula por la estufa de un modo natural, de abajo a arriba. Emiten un calor suave y uniforme.
- Estufas que emiten calor por radiación. Calientan las personas o objetos que están en la sala de forma directa y rápida. El calor que proporcionan es directo y constante. Hay que ser muy precavido con este tipo de estufas, evitando tocarlas, ya que podemos llegar a quemarnos.
- Estufas de doble combustión. Logran rendimientos mayores (hasta un 85% comparadas con la de una única combustión), puesto que aprovechan el calor de los humos de combustión.
- Estufas de leña que calientan radiadores y Agua Caliente Sanitaria (ACS). Se las conoce como hidroestufas y funcionan calentando un depósito de agua colocado en la parte trasera.
Las 4 grandes ventajas de las estufas de leña
- Es, probablemente, el sistema de calefacción más ecológico y sostenible que existe actualmente.
- Producen un calor muy confortable y agradable.
- Aunque precisan de una inversión inicial bastante alta, a la larga supone un gran ahorro en el combustible utilizado (las astillas o leña seca resulta muy económica) y el mantenimiento, que es prácticamente inexistente.
- Puede usarse como complemento a otros sistemas de calefacción del hogar.
Cuestiones a tener en cuenta antes de adquirir una estufa de leña
Es importante comprar la leña necesaria con antelación y en la cantidad suficiente (una estimación bastante fiable es entre 1 y 1,5 kg, según el tamaño de la cámara de la estufa). También debemos disponer de espacio suficiente para poder almacenarla.
Aunque el mantenimiento es casi nulo, hay que tener en cuenta algunas cuestiones, como limpiar a menudo el cristal frontal y otros elementos y usar pastillas para encender la llama por seguridad.
Otro aspecto a considerar es la calidad de la leña utilizada, en esta cuestión la recomendación más aceptada es que sea de alta densidad y de baja humedad.
En cuanto a las claves para acertar a la hora de elegir una estufa de leña, hay que prestar mucha atención a la potencia calorífica que necesitamos, una cuestión que viene definida por el volumen (m3) de la estancia que queremos calentar, pero también también a cuestiones como el aislamiento de la estancia, orientación, materiales de construcción, etc.
Obviamente, debemos valorar el uso que le vamos a dar: horas diarias y meses del año en que va a estar encendida, para intentar calcular cuánto dinero en combustible u otras fuentes de energía nos vamos a ahorrar, en comparación con otros sistemas de calefacción.
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